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Es conocimiento común de las gentes de toda China, el arte marcial altamente conceptuado de la montaña Wudang. A la par que, el origen taoísta de sus encantadores paisajes e innumerables construcciones monásticas las cuales, se hayan esparcidas por todas partes de la montaña. Siendo Zhang Sanfeng, de la dinastía Song del Norte, la persona que diseñó el «Boxeo Taiji de Wudang» mientras estudiaba en profundidad el taoísmo en sus tierras.
Fueron los taoístas posteriores a él, revestidos con sus togas, quienes
transmitiendo el saber del Tao generación tras generación y, bajo estas guías, lograron engrandecer la montaña. Fue entonces, cuando en sus 72 cumbres, 36 rocosidades, 24 acantilados y 11 grutas se construyeron caminos, puentes y edificios ornamentales necesarios para cualquier sitio de interés turístico cultural. Y fueron asimismo los gobernantes feudales quienes, con el propósito de consolidar su régimen, ordenaron levantar en nombre del taoísmo: 8 palacios, 2 templos, 28 conventos y 72 monasterios. Todos lujosos, magníficos, finos y elegantes.
Allí permanecen hoy en día los renombrados «Locales de Culto Zhen Wu» (Arte Marcial Auténtico), descritos en un libro clásico como un «…conjunto de templos, cada uno a media legua de distancia y palacios, uno a cada legua. Finos por estar protegidos por muros rojos y cubiertos de tejados verdes». De estos locales se cuentan no pocas leyendas, algunas mitológicas. Las hay fundamentadas en hechos históricos, mientras que otras son, obviamente, meras fantasías. Pero esta mezcla de verdades y ficciones nos relega a un laberinto de misterios.
Si bien la obra Historia de la montaña Wudang tiene anotado que los ilustres señores Yin Xi de la dinastía Zhou (Siglo XI‑256 a.n.e.), Yin Changsheng de la dinastía Han (206 a.n.e.‑220 n.e.), Xie Yun de la dinastía Jin (265‑420), Lu Chunyang de la dinastía Tang (618‑907), Chen Bo de las Cinco Dinastías (907‑960) y Ji Ranzi de la dinastía Song (960‑1279) todos deslumbrantes taoístas de la China antigua, estuvieron retirados en Wudang para su autocultivo.
Aunque parece que estos personajes, no dejaron mucha huella en la montaña.
De unos cinco o seis siglos a esta parte, sin embargo, se han visto solamente imágenes del Soberano Zhen Wu en todos y cada uno de los establecimientos taoístas erguidos en Wudang. Las hay de piedra o cobre y aparece de niño o joven y todas, sentadas con formalidad. Queda claro que éstas, corresponden indudablemente al soberano después de haber conseguido el dominio del taoísmo.
Pero la pregunta es: ¿existió o no este personaje en concreto?. Para satisfacer esta inquietud, haría falta escarbar un poco en la historia de la Cueva Xuan Wu (Lo Marcial Absoluto). De acuerdo con ciertas investigaciones, el vocablo Xuan Wu en Chu Ci (Elegías del Reino de Chu) y Yuan You (Viaje a una Tierra Lejana) que es una colección de poemas del autor Qu Yuan (343‑290 a.n.e.), aristócrata del mencionado reino, se hace referencia a una divinidad en su tratado y no, a un ser humano como tal.
En 1012 quinto año de su reinado, llamado Dazhong Xiangfu, el emperador Zhen Zong de la dinastía Song del Norte y cuyo nombre común era Zhao Heng, fanático del taoísmo, soñó que Zhao Yuanlang (uno de sus lejanos antepasados) le decía: «Soy uno de los nueve emperadores y fui uno de los primeros de la familia Zhao. Después de mi fue el emperador Xuan Yuan. Luego, durante la dinastía Tang, descendí otra vez a este mundo para ser el señor de la familia Zhao, de esto hacia ya cien años. Vuestra Majestad, deberíais saber cuidar bien a los plebeyos para no defraudar mis esperanzas.» (Yuan Shu: Cronología Completa de la Historia de la Dinastía Song: Ritos de bautizo para el Libro Celestial, Vol. XXII).
Enternecido por el sueño, el monarca condecoró al Sr. Zhao Yuanlang, un hombre que jamás había existido, con el título póstumo de «Antecesor Sagrado» y para no ofender a su supuesto tatarabuelo, ordenó que en todo el país se cambiara el carácter «yuan» por «xuan», y el «lang» por «ming». Y no mucho después dio la orden de cambiar «xuan» por «zhen»; porque «xuan» y «yuan» se pronunciaban casi igual. De tal manera el Dios del Norte, Xuan Wu, tuvo que resignarse al nuevo nombre de Zhen Wu para así, no disgustar a la casa imperial.
Luego en 1017, segundo año del reinado Tian Xi del mismo emperador, un grupo de soldados halló una tortuga y una serpiente al suroeste del Campamento de Defensa de Su Majestad. Evidentemente, esto era un fenómeno natural. Pero los taoístas alegaron que había sido un milagro obrado por el Soberano Zhen Wu. Como resultado, se levantó en el lugar un templo a fin de venerar en él, a este dios de la tortuga y la serpiente.
Según el taoísmo Zhen Wu, que nació dotado de una fuerza portentosa, era el príncipe heredero del antiguo Reino de Jing Le. Tras atravesar el mar oriental vía occidente se encontró con una divinidad del Cielo, quien le obsequió con una espada mágica. Posteriormente, se internó en la montaña Wudang (provincia de Hubei) para practicar su autoperfección. Habiendo transcurrido 42 años de entrenamiento, la completó con éxito y se elevó al Cielo en pleno día.
Considerado el señor gobernante del Norte, fue atribuido con el título de Soberano Xuan Wu. Luego, durante el mandato del emperador Zhen Zong de la dinastía Song fue promovido al rango de «Soberano Auténtico Señor del Cielo, Emperador Omnipotente para Amparar a Su Majestad». Léase el artículo Zhen Wu, Ci Hai (Gran Diccionario) edición de 1979, China. A través de esta historia podemos entender que Zhen Wu fue un ente mortal que llegó a la categoría de divinidad después de haber culminado su arte de autoperfección.
En el siglo XV, el emperador Zhu Di de la dinastía Ming, cuyo reinado es llamado Yong Le (1403‑14241), intentó utilizar la montaña Wudang y convertir al Dios Zhen Wu nuevamente en un ser mortal, al objeto de afianzar su dominio. Tras su ascenso al trono se autoproclamó reencarnación de esta divinidad, con la tentativa de ganar la confianza del pueblo. Para lograr su propósito envió a la montaña al secretario adjunto de Obras Guo Jin, al marqués de la prosperidad Zhang Xin y a su propio yerno el capitán Mu Xin a la cabeza de 300.000 soldados y trabajadores, quienes tardaron más de una década en construir un centenar de palacios, templos, monasterios y conventos magníficos. Todo ello fue realizado para demostrar la grandeza de Su Majestad.
Sin embargo, los taoístas de Wudang no se tragaron, ni entonces ni ahora, los cuentos de Zhu Di.
Pongamos un ejemplo. No mucho antes de nuestra época, si uno visitaba el Salón Dorado en el Pico Tianzhu (Pilar del Cielo) de la montaña, podía ver hacía abajo muros en torno al salón, a semejanza de una muralla de ciudad imperial y hacia arriba, el tejado de cobre del edificio que brillaba como el oro bajo el firmamento azul, e inclusive, podría haber exclamado con admiración por los objetos de cobre de formas artísticas colocados a manera de decoración dentro y fuera de este recinto. Para entonces el clérigo que nos acompañase como guía, comentaría con formalidad: «El Maestro Precursor de esta montaña fue la reencarnación del emperador Jian Wen de la dinastía Ming y es por esto, que todos los salones de aquí fueron construidos imitando los palacios imperiales.»
Aunque se sabe que el mencionado monarca, tras asumir el trono en 1339, fue derrocado en 1403 por su tío paterno Zhu Di al cabo de una guerra civil de cuatro años desencadenada por éste. Por las palabras del guía, el visitante entenderá que los taoístas de Wudang se niegan a reconocer a Zhu Di como reencarnación del Soberano Zhen Wu. Más sin importar quién merezca esta dignidad divina, podemos hallar por doquier en la montaña de Wudang vestigios de los diseños ideados con tanto esmero para la construcción de edificios en honor del «soberano» del taoísmo.
Los sacerdotes afirman, ante todo, que el Soberano Zhen Wu de joven, fue el príncipe heredero del reino de Jing Le y que después de retirarse a Wudang para su autoperfección, vivió en el sitio llamado Ladera del Príncipe motivo por el cual se erigió el Templo Fu Zhen (Retorno a lo Auténtico, referido a Zhen Wu). En el interior se ve una gruesa columna sosteniendo doce vigas, una maravilla poca conocida en la arquitectura de la antigua China.
Por otra parte, en la cueva rocosa ubicada detrás del Palacio ZiXiao (Nubes Púrpuras), el mayor de los de su género existentes en Wudang, existe un salón, dentro del cual se adora una estatua de piedra que tiene la imagen de un adolescente gentil, de rostro amplio y saludable. A este caballero los taoístas lo señalan como el príncipe del reino de Jing Le, por lo cual la caverna fue bautizada Peñasco del Príncipe.
Probablemente los taoístas hayan adivinado, por su propia experiencia, que el príncipe incurrió en cierta inconstancia en su larga práctica de vida ascética siendo el motivo que originó la historia del “Pozo afilador de la aguja”.
Dicen que cuando el noble desarrollaba su aprendizaje taoísta se le ocurrió dejar Wudang por falta de voluntad y volver a ser una persona común. Mientras descendía de la montaña, vio a una anciana afilando un mazo de hierro sobre la piedra de un pozo. Entonces preguntó con curiosidad, para qué lo hacía, ante lo cual aquélla anciana le contestó que era para obtener una aguja. De nuevo inquirió para cuándo sería esto, la respuesta fue que lo conseguiría cuando se acabara el trabajo. De esto el príncipe comprendió una verdad y se fue de regreso a la montaña para proseguir su práctica del taoísmo, poco tiempo después, su empeño fue coronado con pleno éxito.
Más tarde, los taoístas levantaron el Templo del Pozo del Afilado de la Aguja, para convertir su ficción en un hecho. La parte izquierda del templo es un salón con tres puertas en cuyo interior se venera una estatua del joven Soberano Zhen Wu, sentado. Delante del salón, más allá de las gradas, están colocados de pie dos mazos de hierro gruesos. La parte derecha la ocupa un quiosco cuadrado con aleros verticales, llamado «Quiosco de la Madre Vieja», dentro del cual se halla el mentado Pozo de Afilado de la Aguja.
Inevitablemente, también hay imágenes de Zhen Wu y otras divinidades del taoísmo en otras casas de esta religión, tales como el Palacio Yu Xu (Jade Imaginario), el Templo Yuan He (Armonía de lo Absoluto), la Peña Yu Xu (Jade Imaginario), el Palacio Zi Xiao (Nubes Purpúras), el Palacio Tianyi Zhenqing Wanshou (Diez Mil Años de Felicidad Verdadera N. 2 del Cielo), el Palacio Wu Long (Cinco Dragones), la Peña Hua Yang (Sol Simpático) y el Palacio Tai He (Armonía Absoluta).
Respecto al Palacio Wu Long se narra un cuento: durante el reinado Zhen Guan de la dinastía Tang (según se cuenta), el Sr. Yao Jian, prefecto de Junzhou, “…estaba suplicando por lluvia en este palacio cuando vio cinco dragones bajando del Cielo. Estos cinco dragones utilizaron sus poderes mágicos para hacer llover sobre la prefectura”. A fin de agradecer el milagro, el funcionario ordenó construir el palacio.
Pasado el tiempo la fatalidad llegó a esta construcción, un siniestro de fuego en los últimos días de la dinastía Yuan ocasionó su casi total destrucción. Resultó en vano que el Soberano Zhen Wu y el Dios del Agua en él venerados, disfrutasen de las ofrendas que se les depositara durante siglos ya que no pudieron impedir la tragedia.
Como si esto fuese poco, los taoístas estudiaron y estrujaron sus mentes para inventar lo ocurrido en otro lugar de la montaña, dirección Sur, donde supuestamente el Soberano Zhen Wu alcanzó la inmortalidad. Esta zona es llamada el Altar del Vuelo para la Sublimación. La montaña sur y sus peligrosos precipicios se encuentra a unos dos o tres kilómetros al oeste del Palacio Zi Xiao. Esta montaña es muy famosa por su tranquilidad, hecho que podemos observar una vez el camino se adentra en ella. Los edificios asentados en ella, ya sea con vigas, columnas y aleros, o con puertas, ventanas y pórticos, están construidos y esculpidos de bloques de roca recibiendo el nombre el Salón de Piedra y cuya denominación oficial es Palacio Tianyi Zhenqing.
En su interior permanecen quinientas estatuas de hierro, adosadas a las paredes, de los Funcionarios del Alma. El Altar de Vuelo para la Sublimación queda al oeste del salón y, según se cree, es donde Zhen Wu ascendió al cielo en calidad de dios. Algunos turistas, admiradores suyos, se arriesgan incluso asomarse afuera de los pretiles del salón que se extienden hacia un abismo, para encender inciensos de cabeza de dragón en un brasero pequeño instalado al extremo de una laja rocosa tallada con motivos de nube y que se encuentra casi suspendida en el aire.
En realidad, la montaña Wudang ha adquirido prestigio en toda China, no por la magia que ha tenido el Soberano Zhen Wu, sino por el sin número de utensilios de cobre delicados y de valor cultural que se exhiben en los templos, así como por el arte marcial sin igual transmitido de manos del gran maestro de boxeo Interno Zhang Sanfeng (el actual Taiji Quan).
No nos detendremos en esos utensilios, ya que su investigación no tiene cabida en este artículo. En su lugar, vamos a referirnos al Maestro Zhang San Feng.